Una guitarra, unas palmas y una tímida voz pueden bastar y sobrar para alcanzar un minuto y medio de eternidad. Esta es la pequeña gesta que lograron Ibon Errazkin, Teresa Iturrioz, Jone Gabarain y Peru Izeta cuando el 22 de diciembre de 1988 acudieron a los estudios de Radio Miramar en San Sebastián para entregar a los oyentes del programa de Ricardo Aldarondo ‘Música para cenar’ un especialísimo presente: el villancico ‘Hiru Izar’ (tres estrellas). Una grabación fugaz, predestinada a no perdurar, en la antesala de que Aventuras de Kirlian plasmaran su pop refinado y de seda en 1989, con la edición en el sello DRO de un elepé y dos singles, el único legado sonoro de una banda que adquirió por derecho propio la condición de culto y que posteriormente se transformaría en Le Mans, otro mito insondable del imaginario pop nacional.
34 años después de aquella aparición casi angelical en las ondas guipuzcoanas, es un privilegio convertir en carne de vinilo y de inmortalidad aquel ‘Hiru Izar’ adolescente y sincero, la única canción en euskera de la trayectoria del cuarteto. Una pequeña pero de arrobada belleza adición a su selecta discografía. Y, como en sus anteriores incursiones, Javier Aramburu, el arquitecto de la estética y del imaginario visual de Aventuras de Kirlian, envuelve con sus ropajes la tonada. La cuadratura de un círculo de emoción y sentimiento.
Además, los beneficios que obtenga este ‘single’ serán destinados íntegramente a la oenegé Médicos Sin Fronteras.
Se trata de una edición limitada de 500 copias numeradas a mano, que incluyen una carpeta interior ilustrada por Javier Aramburu y con un texto contextualizador de Ricardo Aldarondo; y una felicitación navideña también diseñada por Aramburu.
A Hiru Izar
