El contexto: nacido de punk, glamour y lo que debieron haber sido algunas criaturas católicas seriamente retorcidas, Bauhaus entró en el mundo completamente formado con su single debut de 1979 “Bela Lugosi’s Dead”, una pista tortuosamente distendida de humor y amenaza al acecho. La banda siguió con dos largos casi perfectos, In The Flat Field de 1980 y Máscara de 1981, que congelaron su reputación como la luz negra guía del rock gótico. En medio de la robótica y el culto al aficionado del post-punk, Mask introdujo un estilo fluido, consumado y morbosamente elegante que se atrevió a celebrar el espectáculo y el misterio floridos. Pero donde Mask bajó la punta del pie en perversión y teatralidad al estilo de Grand Guignol, The Sky’s Gone Out de 1982 hizo un fracaso: incorporando todo, desde proto-thrash hasta dub reggae y Tchaikovsky, el líder Peter Murphy y compañía convirtieron su penúltimo álbum en un inconexo aún extravagante expansión de belleza deformada y siniestra.
La grandeza: The Sky’s Gone Out comienza con una versión del “Tercer tío” de Brian Eno, que muestra que Bauhaus tenía raíces más profundas en el glamoroso panteón que las versiones anteriores del grupo: T. “Telegram Sam” de Rex y “Ziggy Stardust” de David Bowie, vamos. Desde ese punto de partida relativamente neutral, el disco se vuelve inconfundiblemente bauhausiano. “Silent Hedges” continúa donde quedó “The Passion Of Lovers” de Mask, solo doblando las texturas acústicas hacia un final aún más sombrío, mientras que “In The Night” reflexiona sobre la caída de un drogadicto, es decir, hasta la última mitad de la canción, cuando el guitarrista Daniel Ash, aparentemente recién escuchado de Hell Bent For Leather de Judas Priest, se desgarra en un riff suicida del que cualquier metalero vestido de mezclilla se habría sentido orgulloso. La emergente divinidad de la guitarra de Ash vuelve a enfocarse en “Spirit”, una exploración oscuramente psicodélica de la fama, el escenario y la auto-mitología con letras que Neil Gaiman podría haber escrito en un absentador.
A partir de ahí, The Sky’s Gone Out se desintegra espectacularmente. El tríptico de “Las Tres Sombras” deambula al azar a través de instrumentos de piano desgarradores, valses de castillos encantados, trituración de viola digna de John Cale y los pareados que se arrastran por la piel de Murphy, incluidas las líneas indeleblemente horribles “Sostengo al bebé rosado fresco con una sonrisa / Corto fuera de esas mejillas sonrosadas porque tengo mucha sed “. Sigue el triste y acentuado Pink Floyd “All We Ever Wanted Was Everything”, y finalmente se abre el telón alrededor de “Exquisite Corpse”, una micro-ópera de cinco actos que se desvía de la psicodelia citar Cascanueces y el reggae sonámbulo en una descarga de gritos apocalípticos que informan a la audiencia que, como se prometió, el cielo se ha apagado.
Canción definitoria: en uno de los usos más subliminales de los teclados en la era de la nueva ola, “Swing The Heartache” estabiliza el pulso salvajemente fluctuante de The Sky’s Gone Out con una oda palpitante al sexo, la alucinación y la ambición. “Salió de su boca como ninguna sorpresa / lápiz labial manchado en mentiras de crema batida”, murmura Murphy con horror mientras las guitarras revolotean y los sintetizadores dejan rayas cromadas en la pantalla. Ash luego cierra la canción con vendavales de distorsión estrangulada que aulla sobre misteriosos tintineos de xilófono. Extravagantemente minimalista, “Swing The Heartache” es un estudio sobre el abrazo paradójico de Bauhaus y la carnicería de la ortodoxia del rock, un sonido que encarnaba al gótico y al post-punk mientras eclipsaba por completo a ambos.
Reedición limitada en color violeta de esta obra magna del post punk.
1. Third Uncle (Brian Eno cover)
2. Silent Hedges
3. In the Night
4. Swing the Heartache
5. Spirit
6. The Three Shadows, Part I
7. The Three Shadows, Part II
8. The Three Shadows, Part III
9. All We Ever Wanted Was Everything
10. Exquisite Corpse
