Hay algo que llama la atención en El alma dormida a las primeras de cambio: el reciente reencuentro de Lapido con 091 nos lo ha devuelto con su trabajo en solitario más apegado al típico acervo granadino de la banda por la que siempre será reconocido.
Incluso en los cortes más acústicos, como La versión oficial, el resplandor de aquellos años se hace presente. No es el caso de Mañana quién sabe, donde el ritmo ceremonioso con deje soft-rock remarca la naturaleza incómoda de un artista que en los 80 alumbró las características de lo que se puede denominar como «rock granadino». Una expresión eléctrica de poesía incontenible para la que, en esta ocasión, el peso acústico de un piano central abre renovados perfiles expresivos a una materia sónica indeleble al paso del tiempo: de un arraigo tan profundo a su propia esencia que, a veces, parece un milagro cómo Lapido es capaz de retorcerse dentro de su fondo de armario para poder ofrecer una nueva colección de melodías nacidas para engrosar un cada vez más voluminoso botín de canciones de poderoso eco popular.
Quizá sea por su poesía de inconfundible brillo en cinemascope o su facilidad para seguir enhebrando estribillos inolvidables como en No hay prisa por llegar. O porque como Lapido no hay otro, así de sencillo. Y el que piense lo contrario, que recurra a este nuevo clásico contemporáneo de un músico de apariencia sencilla y fondo inabarcable.
01. ¡Cuidado!
02. Como Si Fuera Verdad
03. La Versión Oficial
04. Mañana Quien Sabe
05. Nuestro Trabajo
06. No Hay Prisa Por Llegar
07. Dinosaurios
08. Lo Que Llega Y Se Nos Va
09. Estrellas Del Purgatorio
10. Enésimo Dolor De Muelas
11. Escalera De Incendios