Caso insólito y mal conocido a pesar de su relevante peso histórico, los valencianos Pepes protagonizaron una experiencia musical fuera de lo común en toda la historia del rock español sixties: publicar en 1966 un LP con material absolutamente nuevo (ni una sola versión). Todo en Los Pepes resultaba chocante. El quinteto cayó en las manos del minúsculo sello discográfico madrileño Hit y salió de Valencia rumbo a Barcelona para grabar el álbum llamándose Los Singals (su primer nombre, un acople de palabras entre singer y cymbal) y volvieron con el LP grabado y el nuevo nombre de Los Pepes. En el estudio, sus productores (el gran músico cubano Ernesto Duarte, afincado en Madrid y propietario del modesto sello independiente, y el DJ radiofónico Pepe Palau, que más tarde presentaría en TVE junto a José María Iñigo el recordado programa Ritmo 70) habían decidido por su cuenta que a partir de entonces todos se llamarían Pepe.
Primerizos, bisoños y deslumbrados ante la aventura que se les presentaba, quiero creer que contando con la confianza de sus valedores y sin esa red protectora que los covers aportaban a los grupos de garage-beat, los nuevos Pepes acabaron imponiéndose en el estudio de grabación con doce temas nuevos (algo no inusual, sino realmente la única excepción de la época salvo Los Brincos) y alumbraron todo un admirable álbum repleto de canciones con rango, textos con sentido y trabajados arreglos, algunas de las cuales pasarían por derecho propio a los anales del sonido garage español.
A Los Pepes nunca les falló la excelencia: la feroz ‘Ríndete’, un nugget de manual en toda regla, gana amigos a cada escucha. ‘Por favor’ es, con todos los honores, una de las cumbres del LP. Cada nueva audición descubre matices insospechados tanto por esa tremenda energía comprimida que encierran sus intensos dos minutos de duración, como por el paseo triunfal de su solo de guitarra, bestia y lírico como nada que por aquí se había escuchado. Otros temas como ‘Quiero amar’, ‘Rojo’ (que luego se editaría como single) o ‘Tú tienes que volver’ ofrecen aires folk-rock de ribetes psicodélicos, delicados medios tiempos mecidos por cristalinas sonoridades de guitarra.
Tras conseguir lo más arduo (grabar un LP), el disco apenas logró una distribución mínimamente decente y pasó a las tinieblas. La misteriosa bancarrota y desaparición de Hit y de sus discos quedó clara a mitad de los 90 cuando –rescatados de algún viejo almacén– empezaron a aparecer los stocks del sello que lucía el menos adecuado de los nombres posibles, inundando las ferias de discos al tiempo que con las escasas copias rescatadas del LP de Los Pepes, apenas un centenar, la memoria del combo valenciano comenzaba su lento proceso de restauración.
Sorprende enfrentarse hoy a un disco tan poco común y tan desdichado discográficamente; rememorar una aventura musical austera y parida tan alejada de los grandes centros neurálgicos de la industria discográfica española. Fue una propuesta audaz que tras todos los sinsabores posibles ha tenido que esperar medio siglo para su revisión popular. Esta segunda, merecida y obligada nueva oportunidad de Vinilísssimo sin duda tiene mejor traza. Por fin, ese elevado límite de Los Pepes puede hoy colmar con largueza las expectativas del aficionado cabal.
