La última esperanza blanca del blues guarro
Islas Marshall son un bicéfalo blues empujado al abismo por un sonido guarro y crudo consecuencia de la precaria proliferación vital de la vida en la ciudad. Son la versión rumana de Black Keys o el hermano mediano entre Zen Guerrilla y Los Cramps. El destino unió los lazos espirituales de esta banda en la prolífica zona mediterránea de Benidorm, aunque residen como buenos modernauers en la ciudad Madrid, donde no levantan cabeza y siempre puede uno tomar un “relaxin cup of café con leche en La Plaza Mayor”.
Les mola fardar, flipar en colores y reírse de todo; mojar el churro en chocolate caliente y bailar la conga de Jalisco, y sudan la camiseta como hijos de puta. Suenan a raíz de patata sembrada por el hombre, vomitan finura y técnica por el culo y cagan naturaleza por la boca. Sus influencias directas son el mar mediterráneo, la paella, la fabada asturiana y las camas de matrimonio. Mucha música.
Islas Marshall es una declaración de principios juveniles engendrada en lo más profundo de los cojones y una metafísica fresca de la música usada, un nudo marinero que amarra un barco viejo en un puerto deportivo.