Gimme, Gimme, Gimme Desire, un agarre eterno de esa energía juvenil, ese fuego y furia que sentiste tocando un estilo de música que te produce una adicción y aprecio de por vida. Si alguna vez has formado parte de ese algo, que se convirtió en parte de tu identidad, nunca te abandona. El batería Sascha, el bajista Jan y los guitarristas Philipp y Tobias saben lo que es hacerse mayor pero seguir sintiendo el fuego. Los cuatro amigos agitaron los escenarios de Fráncfort en los años 90 y 00. Tocaron en diferentes bandas, estuvieron de gira por Europa y EE.UU., fueron mods, punks, hardcore kids. Y nunca perdieron la conexión y el amor por su música. Por eso se juntaron hace unos años, ensayando y escribiendo canciones porque sí. Por pura desesperación los cuatro estaban pensando en seguir siendo una maldita banda instrumental, tal vez trabajando con proyecciones y mierdas para empañar el hecho de que faltaba algo inicial: un cantante. La carretera les llamaba, y querían dar conciertos y que tú y tú y tú supierais lo que tenían… Así que hicieron un último intento para encontrar a alguien que llenara el vacío tras el micrófono. Lo que les ayudó fue una plataforma -básicamente Tinder para músicos- para encontrar a ese alguien concreto. Lo mantuvieron simple y sólo dejaron caer una cosa: #blackflag. Al otro lado de la pantalla está Sam, un hada mística y fantasmal del punkrock. Sam comparte el mismo hashtag y quiere cantar. Así que, ¿por qué no intentarlo? Sam acepta la oferta, se presenta en el local de ensayo y el resto es historia. Sam es la dueña. Sam está preparada. Sam puede cantar, gritar, patear traseros y tiene las letras para respaldarlo todo. En diferentes ocasiones han incendiado escenarios. Tocaron en un sudoroso concierto en un abarrotado sótano Molotow en el Reeperbahn Festival, se unieron al festival “Female Fronted Is Not A Genre” en el legendario SO36 de Berlín y arrasaron. Están preparadas. Nacieron preparadas. Y tienen un disco que lo demuestra. Como cualquier LP clásico de hardcore/punk, casi acaba antes de empezar. Diez canciones en veinte minutos. Así es. I Am A God marca la pauta: “¿Crees que soy una chica?”, pregunta Sam, “Déjame decirte que soy un dios/ Y sabes que estoy enviado por el cielo”. ¿Qué otra cosa podría ser Sam? Los legendarios iconos del hardcore californiano con hashtag gotean de cada nota aquí. Esto es conocimiento de la vieja escuela, tocado hoy. Rápido, furioso y repleto de energía. Pero es mucho más que un tributo anodino. Es un dedo corazón que encuentra su propia dirección. Salary Man se permite cierta dosis de melodía, también a cargo de Sam, que obviamente sabe hacer algo más que bramar. O Somewhere que muestra que The Pill es una banda más dimensional que puede incluso con las cosas de Hüsker Dü si están dispuestos a ello. The Bitter Pill se presenta sorprendentemente anguloso y algo melancólico. Y What’s New casi se adentra en el territorio del post-hardcore. Inbetween Switch y Off te dan todo el Greg Ginn vs. Dez Cadena que tus almas dañadas estaban buscando desesperadamente.
A1 Switch
A2 Hollywood Smile
A3 What’s New
A4 Worms
A5 Salaryman
B1 Government Whore
B2 Somewhere
B3 The Bitter Pill
B4 Parking Lot
B5 Complexe
